Seguidores

miércoles, 14 de marzo de 2012

LLENDEMOZÓ (valle de Cabuérniga, Cantabria)

Llendemozó, en el valle de Cabuérniga, es un pueblo hoy abandonado en su vida cotidiana. Está situado en la margen derecha del Saja, a 500 m. de altura sobre una elevación a media ladera. Se ubica entre las localidades de Renedo y Correpoco, en el antiguo camino que enlazaba la costa con la meseta, el mismo camino que siguieron los foramontanos que repoblaron Castilla o el que siguió Carlos V a su arribada a España. un camino ancestral que se remonta a tiempos pre-romanos y que hoy ha quedado fuera de uso. A comienzos del siglo XX se abrió la carretera actual que pasa por Fresneda y Saja cayendo en desuso el antiguo camino, lo que sería la presumible causa del posterior abandono de Llendemozó a finales de los años 50. En los años 60 ya no vivía nadie ahí. Hoy en día, gracias a la restauración de alguna casa para uso vacacional y a la recuperación de la romería a la iglesia también reconstruida, el pueblo ha recuperado algún vigor.

Para documentarme con el fin de escribir el presente artículo fui a hablar con el señor Manuel Gómez, hijo de unos de los últimos vecinos de Llendemozó. Me puntualizó que el nombre del pueblo sería en realidad Llandemozó: así lo denominaban sus habitantes y así estaba escrito a la entrada. Hasta no hace mucho, todavía se entreveía el cartel donde se apreciaba la “a” de Llandemozó. Se contaba en la localidad una historia que daría explicación al nombre: caminaban un viejo y un mozo por el camino foramontano cuando el mozo se quedó rezagado, el viejo – que le precedía – le instó a que caminase diciéndole : “¡Llanda! ¡Llanda, mozo!”. De ahí pues, si atendemos a esta historia, vendría el topónimo. Se puede interpretar como una referencia al camino que rigió la vida del pueblo. El escritor Manuel Llano lo denominó como Llendejosó; no he encontrado a nadie que pudiera darme razón de esta nombre ni tampoco lo he encontrado reflejado en otro lugar. Vivían en Llendemozó hasta seis vecinos, seis hogares, casas que se pueden contar hoy en día entre las tres que están restauradas y las tres de las que se adivinan los restos de sus muros exteriores. En la localidad se cultivaba maíz, patatas, alubias... La ganadería se centraba preferentemente en la cría de ovejas. Entre los vecinos había al parecer una buena armonía y el nivel de vida, para los parámetros de la época, era bueno, tanto que incluso podían permitirse el contratar criados para el cuidado de las ovejas, criados que normalmente venían de Correpoco y que, al decir del Sr. Gómez, se encontraban tan a gusto que no querían irse de allí. Desde luego el lugar es encantador, es un sitio tranquilo, abierto y despejado, con buenas vistas y aire límpido. En aquellos tiempos de esplendor había una bolera en el pueblo y las casas – como se aprecia en las que quedan – tenían buen porte y acabados. Viniendo de Renedo, la primera edificación que encontramos se encuentra bastante antes de llegar, en la zona de “la Acebosa”. Se trata de la casa conocida como “Casa Blasonada” y luce en su fachada un escudo perteneciente a las casas de Cossío y Terán. Más adelante, unos pocos centenares de metros antes de llegar al pueblo, se encuentra la desviación que conduce a la iglesia. Recientemente restaurada, de hermosa estampa, se trata de una ermita dedicada a San Antonio donde se celebra romería cada 14 de agosto. Se levanta majestuosa sobre un altozano que protege a la localidad del frío del norte y que ofrece una dilatada panorámica sobre el valle. La factura de la ermita corresponde a los siglos XVII y XVIII aunque habría sido erigida mucho antes. En el interior se encuentran restos de un retablo con madera policromada.

Llendemozó recibe al visitante con un humilladero - un “santucu” dedicado en su día también a San Antonio - hoy con el techo hundido y que era lugar de devoción tanto para los habitantes como para el viajero que seguía el camino. El pueblo desciende un poco y en el interior de una de las casas de la parte baja se pueden encontrar piezas como el horno de hacer pan situado en el piso alto - un horno con una bien acabada cúpula -, el espacio donde se ubicaba la cocina con el suelo de madera rebajado para ubicar un “cojín” de tierra con el que evitar riesgos de incendio, barandillas trabajadas y el artesonado del techo inferior. Cuando visité Llendemozó con motivo de este artículo, encontré unos albañiles restaurando una de las casas. Amablemente me dieron más información sobre el lugar y me enseñaron la vivienda con los detalles antes citados. Al lado de esta casa corre el agua que sale de una interesante y amplia fuente de sillería.

Entre robledales y acebos, el paisaje se ve presidido por la singular Pica El Cueto. Un cueto es una montaña cónica – como pueda ser la del Castillo en Puente Viesgo – pero ésta es en realidad piramidal. Está situada entre tres localidades (Llendemozó, Correpoco y Viaña) y precisamente conforma una pirámide de tres caras bien definidas. La regularidad de sus vértices apenas queda interrumpida por dos salientes: uno más pequeño y otro más grande que reciben respectivamente el nombre de “el Cerezuco” y “el Cerezón”. La piramidal Pica El Cueto tiene tres vertientes, está flanqueada por tres pueblos y tiene tres picos.

Llendemozó, aún despoblado, ofrece al visitante una calidez que deja un recuerdo de bienestar. Un lugar agradable, de una belleza serena y equilibrada, un balcón desde el que otear por un lado el valle y por otro las cumbres que lo coronan.

Martí Pié Boada (La Oca en el Océano)


domingo, 4 de marzo de 2012

¿POR QUÉ "EN TIEMPOS DE LA OCA EN EL OCEANO"?

¿POR QUÉ "EN TIEMPOS DE LA OCA EN EL OCEANO"?
Existen dos explicaciones, una simbólica y otra histórica.
En sentido metafórico todos somos una oca sobre el océano. La oca flota o vuela sobre las corrientes, tempestades y calmas que a todos nos afecta en el océano de la vida.
La explicación histórica es relativa a lo que se aprecia aquí en Cantabria, como parte que es de la cuna de la humanidad : los dos mundos, las dos grandes épocas de la humanidad, el paleolítico y el tiempo posterior (mesolítico, neolítico, etc...) que llega hasta nosotros, la época que atestiguan cuevas como Altamira o el Castillo por un lado y la de los menhires, castros, castillos, etc.. y que llega hasta nuestros días. Algo pasó que destruyó aquel mundo paleolítico, algo hizo que la humanidad comenzara de nuevo. Los ciencia establecida dice que fue una lenta desglaciación que hizo subir el nivel del mar (que hoy en día está más alto y llegó a estar incluso más), pero esta lentitud es imposible porque de haber sido un cambio paulatino la humanidad se hubiera adaptado a ello y hubiera seguido con un estilo de vida que duraba ¡desde hacía 30.000 años!. Tuvo que ser un cambio traumático, repentino que, por otra parte, atestiguan pruebas arqueológicas y narraciones. Este cambio fue un cataclismo, una gran inundación que acabó con aquella humanidad y dejó un recuerdo indeleble en más de 500 culturas en todo el mundo, en más de 500 leyendas o narraciones. Este algo fue el Diluvio. Una vez pasado, el mundo superviviente sacralizó como tótem a un animal que representara esa supervivencia, y ese animal es la oca porque puede flotar sobre las aguas. Es el símbolo del arca. Por mucho que llueva o crezca un tsunami, el ánade (o el barco) estará siempre por encima. Por eso desde los celtas hasta los egipcios tenían a la oca como animal sagrado. La oca representaba al sol y al otromundo. ¿Qué es lo que se celebra que aparezca tras inmensas lluvias e inundaciones?: el sol. La oca superviviente es blanca, como la luz. En la cultura greco-latina el animal asociado a Apolo (el dios sol) es la oca.. Por otra parte, ¿qué se había dejado atrás?: los antepasados y difuntos, de ahí que esa oca represente el otromundo, el más allá.
La oca recibe su nombre del ruido que emite, es un nombre onomatopéyico. Y este nombre pudo designar al occidente, al sol occiso y occiduo que llega al ocaso, donde la tierra de las cuevas oclusas.