Seguidores

sábado, 9 de febrero de 2008

Mitología atlántica. GLASTONBURY


http://www.laocaeneloceano.es/

GLASTONBURY Historia y mito En tiempos de La Oca en el Océano
Martí Pié

Al oeste de Inglaterra, en el condado de Somerset, asentada en la bucólica campiña con un pasado escondido entre las brumas de mitos y leyendas, la pequeña ciudad de Glastonbury constituye uno de los centros místicos más importantes del mundo. Allí, historia y fantasía se mezclan de forma inextricable. Según William de Malmesbury, el cristianismo de los primeros tiempos estableció en la que se consideraría como Jerusalén de Occidente la iglesia más antigua de Inglaterra (que no de Gran Bretaña, puesto que ésta se estableció en Cardiff, en Gales). El precario primer templo erigido en Glastonbury tendría su continuidad en el monasterio cuyas ruinas podemos contemplar hoy en día. Ya los druidas celtas recogían una antigua tradición por la que se consideraba el lugar como sagrado y lo relacionaban con la tradición del Otromundo, Al decir del autor del s. XII Caradoc de Llancarvan, recibía el nombre de Ineswitrin. Este autor, en su obra Vida de San Gildas, lo latiniza convirtiéndolo en Glastonia y en una nota añadida (tal vez por otro autor) explica que el nombre británico era Ynisgutrin, “isla de Cristal”, que los anglo-sajones establecidos allí habían traducido en su día como “Glastigberi” para pasar a denominarse a sí mismos Glæstingas, “pueblo de Glastonia”, nombre del cual derivaría la forma común en el s.VIII Glastinga ieg, “isla de Glastingas”. En realidad lo “de cristal” responde a una equivocación: el nombre original latinizado contenía en realidad la palabra céltica “glas” pero referida al glasto, no al cristal. El glasto era una hierba sagrada de especial relevancia en las ceremonias religiosas de los britanos. El antiguo Glastonbury se habría denominado pues Ynysglas, con lo que corresponde a “isla de glasto” o “donde el glasto crece”. La traducción pues habría sido hecha a la inversa – del inglés al gaélico - con la intención de reconstruir la palabra originaria ya por aquel entonces en el olvido y, en un precipitado error de deducción, confundiéndose el “glas” gaélico con el “glass” inglés, o sea, “glasto” con “cristal”. Más formas del topónimo aparecen en un poema conocido como The spoils of Annwfn que describe una expedición liderada por el rey Arturo con la intención de hacerse con el caldero mágico custodiado por nueve doncellas en la ciudad fortaleza de Annwfn denominada también con otros varios nombres. Se cita Caersiddi y Caerwydr: “ciudad (etimológicamente “piedra”) de las hadas” - “de cristal (de wydr-vidrio)”. Entre la mayor parte de la intelectualidad británica no se duda de que la etimología de Glastonbury se debe a “glass” o sea “vidrio” o “cristal”, pero están en un error que me permito poner de manifiesto y revelar la correcta etimología, derivada de la venerada planta tintórea.
EL Tor de Glastonbury destaca en su orografía por constituir una notable excepción en el suave paisaje del Brue Valley: en un punto, inopinadamente, elrelieve cambia para levantarse de repente en un singular y sorpresivomontículo: el Tor. Rodeado de un halo de misterio, la cúspide coronadapor una solitaria torre de estilo normando llega a alcanzar los 159 m.de altitud. Allí, en excavaciones realizadas a principio de siglo, sehallaron restos de hábitat prehistórico y del antiguo establecimientomonástico de St Michael on the Tor. La destacada elevación del terrenopone al menos un punto de duda en su consideración de simple colina: deforma ovalada, con suaves gradientes que lo rodean y le confieren unaenigmática forma escalonada, con una leyenda que habla de un mundo ensu interior, consagrada la edificación en su cúspide a San Miguel, conla tradición que lo asocia a la figura del dragón así como a la del ReyArturo y a la mítica isla de Avalon o al Santo Grial, ¿podría tratarsede un túmulo artificial como, entre otros, el vecino de Silbury Hill enAvebury? Su aureola de lugar mágico se adentra en la antigüedad másremota, en la oscuridad de la prehistoria. Su nombre enlaza con otraszonas de la Europa occidental 6. Desde la cúspide del Tor, denominado“Templo de las Estrellas” por una antigua tradición, se divisa toda laextensión del pueblo y un paisaje que, como veremos, oculta un conjuntomístico interrelacionado entre sí a través de una densa trama denarraciones legendarias. Glastonbury se asocia con Annwfn, la míticaciudad, el Avalon en el cual nueve doncellas custodian el caldero mágicode la Sabiduría entre un legado de tesoros ocultos. El Annwfn galés era el reino del cual era señor Gwyn ap Nudd, rey de las hadas. Según la mitología, Gwynn era monarca en el interior del Tor. Enel siglo VI, en los albores de la Edad Media, se narra un encuentro conSan Collen, un eremita cristiano establecido en la sagrada cima del Tor.El santo habría escuchado una conversación en la que dos hombreshablaban acerca de que el rey Gwynn tenía su morada en un palaciosituado en el mismo Tor. San Collen les reprendió: según él, hablaban dedemonios. Los dos hombres le contravinieron y le advirtieron que Gwynnno estaría de acuerdo con que se refiriera a él en esos términos yvendría a su encuentro. Pasó un tiempo hasta que, un día, alguien fue aver a Collen para invitarle a visitar al rey Gwyn. El santo rechazó portres veces la propuesta, pero al fin, ante la insistencia, accedió. Noobstante, en previsión de los peligros que le pudieran acechar, tuvo laidea de llevarse consigo un frasco con agua bendita. Lo escondió bajo elhábito y siguió al mensajero. Entraron en el interior de la montaña poruna puerta secreta, inadvertida para el común de los mortales. Una vezdentro, el invitado comprobó que se hallaban en un maravilloso palacio.Franquearon la entrada de una de las salas de aquel mundo subterráneo yallí estaba Gwyn, sentado en un trono de oro. El rey dio la bienvenida aCollen y, mostrándole una gran mesa preparada con los más suculentosmanjares, le ofreció el participar de ellos. El santo sin embargo,desconfiado, los rechazó. Había oído hablar acerca de la comida de las hadas: quién de ella participaba, se convertía en monstruo condenado avagar eternamente por la Tierra. Ante la insistencia de su anfitrión,Collen, preso por el temor, sacó entonces el frasco que llevaba debajo del hábito y aspergió el contenido a su alrededor. De pronto, el palaciose desvaneció. El santo se encontró tendido en la fría soledad de lacima del Tor...Gwyn ap Nudd había sido en origen un dios - Gwynn, hijo de Nudd -relegado seguramente a rey clandestino por el cristianismo, el cual,como se aprecia en la historia de San Collen y conforme al excluyenteideario monoteísta, no le otorga simpatía alguna.Gwynn y las hadas vuelven a aparecer en el cuento artúrico de la cazadel gran jabalí Twrch Trwyth, en el conjunto de la identificación delrey Arturo con Glastonbury, y del Tor con la isla de Avalon. En suHistory of the Kings of Britain, del siglo XII, Geoffrey de Monmouthdice que el Rey Arturo, mortalmente herido en su postrer batalla deCamlann, fue llevado a la Isla de Avalon para ser sanado de sus heridas.Según Gerald de Gales y Gervasio de Tilbury, que a su vez recogen las leyendas locales, habría sido llevado allí por Morgan le Fay lahechicera y - según Chrétien de Troyes - hermana. Allí, nueve hadasle habrían curado las heridas. Y allí, en Avalon - según se cita -, a sualrededor, enormes gigantes aguardaban ocultos.

EL REY ARTURO .- La identificación de Glastonbury con la isla de Avalon condujo a losmonjes a buscar en el año 1191 la tumba del rey Arturo. Hallaron através de visiones y ciertas indicaciones en viejos manuscritos - al decir de Gerald de Gales - los restos mortales del legendario rey asícomo, a su lado, los de la reina Ginebra. También indica el mismo Geraldde Gales que fue el rey Enrique II quien puso a los monjes sobre la pista definitiva. Pero tal vez este hecho respondiera a oscurospropósitos: el rey Enrique tenía por aquellos tiempos serios problemascon los galeses, los antiguos habitantes britanos ahora confinados enlos valles occidentales a los que intentaba definitivamente someter. Enrealidad, parece ser que Arturo había sido un rey bretón que en el sigloVI obtuvo señaladas victorias contra los anglo-sajones y al cual lostiempos posteriores, principalmente bajo-medievales, le rodearon de laaureola mítica y caballeresca con la que ha llegado hasta nuestros días.Corría el rumor entre los galeses de que Arturo - en base a una leyendaen la que se decía que no había muerto - volvería para liberar Gales delyugo inglés. Los monjes se sumaron a la masiva moda del hallazgo dereliquias en toda la cristiandad y se ajustaron a las conveniencias delmonarca con tal de demostrar al amenazante pueblo galés que su míticorey estaba definitivamente muerto y sus restos reposando en la abadía deGlastonbury, en Inglaterra. Podría ser ésta la intención. Aunque tambiénes cierto que otra importante línea de la tradición había situadosiempre en Glastonbury (antes la misma Britania que ahora se dividíanGales e Inglaterra) el cuerpo sepulto de Arturo. Autores como LeslieAlcock, en su libro Arthur’s Britain, defienden esa tesis y laautenticidad de los restos enterrados en la abadía. Toda la tierra deGlastonbury presenta una relación con el ciclo artúrico. Así, la colinaque se dibuja en la lejanía - Cadbury Hill - se dice que es el sitioexacto donde estuvo enclavada la mítica capital del rey Arturo y suscaballeros: Camelot. La boscosa colina de Chalice Hill, al lado del Tor,tiene en su base el pozo del cáliz (Chalice Well), el pozo sacro en cuyointerior se encuentra el Santo Grial traído por José de Arimatea,crístico equivalente de la era de Piscis al más antiguo Caldero de laSabiduría céltico, la mística vasija de la luz y el conocimiento que había sido desde la noche de los tiempos la suprema causa de santidad.
Representada en el Chalice Well se encuentra una de las formas básicas de la geometría sagrada y representación de la era crística: la proporción creada con la intersección de dos círculos de la cual resulta la denominada como Vésica Piscis. De Camelot, los caballeros del rey partían en busca del Santo Grial;aparentemente una paradoja: una larga peregrinación, una búsquedainiciática que, tras recorrer un largo camino en pos delperfeccionamiento, volvía por las sendas del laberinto a la misma tierrade Camelot, a Glastonbury, al antiguo Templo de las Estrellas donde elCielo está en la Tierra y donde los ocultos gigantes aguardan. Unpaisaje oculto sobre la tierra para el que pasarían muchos siglos antesde mostrarse a ojos que pudiesen comprender.

EL PAISAJE OCULTO .- En 1929 sucedió algo que abrió una luz a esa comprensión: KathrynMaltwood, en su libro A guide to Glastonbury’s Temple of the Stars,reveló un sorprendente descubrimiento acerca de la zona de Glastonbury ypueblos vecinos. Se hallaba en una colina desde la cual divisaba toda lacampiña cuando tuvo una suerte de revelación; en un momento, todo eloculto paisaje se mostró ante sus ojos. Siguiendo los pliegues naturalesdel terreno, cursos de agua, caminos ancestrales, las High Street (ocalle principal) de las poblaciones, taludes, terraplenes, vio dibujadoslos doce signos del zodiaco dentro de una vasta área de unas diez millasde diámetro. Comprendió entonces Maltwood la leyenda que hacíareferencia a gigantes ocultos en el paisaje. El conjunto del Templo delas Estrellas, el santuario celestial, mostraba su significado: alparecer, diseñadas por una antigua y desparecida cultura, siguiendo laequivalencia hermética entre lo superior y lo inferior, cada figurazodiacal sobre la Tierra se correspondía con su constelación en el Cieloocupando su lugar bajo ella. Kathryn Maltwood se ocupó de tomarfotografías aéreas que le confirmaron en su apreciación. Semejante a lalejana Nazca peruana que el mundo occidental descubriría años después,era desde el aire la única manera de apreciar los dibujos en sutotalidad. Los gigantes del zodiaco se representan en el paisajesiguiendo las antiguas formaciones del terreno, englobando aldeas ypueblos enteros o gran parte de ellos, como la población de Somertonsituada en “una pata” de Leo, o la pequeña ciudad de Street que ocupa“cabeza y cuello” de Aries. Sin duda debido al natural conservadurismode los británicos y a su preservación de su patrimonio, y quién sabe sí(como creía Maltwood) al cuidado de unos monjes conocedores de laantigua sabiduría, han llegado hasta nosotros las inmemoriales líneasque en otros lugares han desaparecido. En este gigantesco conjuntozodiacal, el Tor de Glastonbury se encontraría situado dentro del signocorrespondiente a Acuario aunque no esté representado por escanciador deagua alguno sino por el Ave Fénix con sus alas extendidas, símboloacuariano que renace de sus cenizas para restablecer la luz delespíritu. Entre los signos de Acuario y Piscis se encuentra la iglesia.Fuera del círculo del zodiaco se encuentra otra figura adicional:tendido en el suelo y con el hocico formado por el túmulo artificial dearcilla roja de Burrow Mump, está el gigantesco Perro de Langport: elguardián del Templo de las Estrellas, representación en la tierra de la constelación del Can Mayor cuya estrella principal es la venerada Sirio. El descubrimiento de Kathryn Maltwood parece tener un antecedente. Afinales del siglo XVI, el matemático y cartógrafo - además de mago,astrólogo y alquimista - John Dee 13 habría sido ya conocedor de laexistencia de la representación de los signos del zodiaco sobre el suelode Somerset. Un suelo que, tomando Glastonbury como eje, se veatravesado además por multitud de líneas rectas que unen lugaressagrados. Una de ellas es especialmente destacable por unir el punto másoriental de Inglaterra con el más occidental: Ness Point en Lowestoft,East Anglia, y Land’s End en Cornualles. Glastonbury: un paisaje entre la realidad y la fantasía. Una vez al año,en los días del solsticio de verano, sobreviene una extraña ydesconcertante mutación: la bucólica y apacible campiña se traslada, en un viaje imposible y sin embargo real, a la sobresaltada y ruidosa campiña, también - eso sí - inglesa. Un multitudinario festival de estridencia rock hace perceptibles en el espíritu menos sensible las vibraciones del lugar, vibraciones en el sentido más prosaico del término. La lastimosa transfiguración de un emplazamiento mágico.
© Martí Pié

http://www.laocaeneloceano.es/